Los cabeceros acolchados son una manera romántica y clásica de decorar una habitación. Según el estilo que quieras destacar puedes apostar por un tejido u otro, pero asegúrate que el que finalmente pongas sea resistente a los roces a los que se le somete este mueble.
Situados en la parte delantera de la cama se caracterizan por ser el lugar donde nos apoyamos y que absorbe todas las impurezas que emanamos durante el sueño. Por ello es más recomendable recurrir a otro tipo de materiales que sean más fáciles de limpiar y que aguanten bien el paso del tiempo.
Los cabeceros con capitoné o acolchado tienen diversas versiones y los puedes encontrar con distintas formas: media luna, rectangulares, muy altos que casi llegan al techo, las opciones son múltiples. Aunque puedes comprarlos en una tienda con una tela y medida estandar, a mí me gustan los que realizan los tapiceros y que puedes encargar exactamente como tu quieras.
Puedes ponerle capitoné a raudales o simplemente algunos detalles que hagan que la superficie no quede tan lisa y aparente algo de volumen. Asimismo, puedes disponer este ornamento solamente por los laterales o por el contorno del cabecero y dejando la parte interior libre de detalles.
No es de los cabeceros más elegidos por la gente, ya que argumentan que parece tienen puesto en la cama un colchón y que queda antiéstetico. Eso es porque no han encontrado la tela adecuada para poder encargarlo. Acude a tu tapicería de confianza y allí te aconsejarán.
Además, podrás encontrar una tela que te combine para realizar la colcha y el cubrecanapé. Te sorprenderá tanto el resultado que querrás ponerlo en todas las habitaciones de tu casa. Pruébalo y no te arrepentirás, pide a un decorador que te muestre las distintas opciones para decantarte por la que más te encaje.